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El Príncipe de los médicos

Tal vez has visto u oído de una película llamada “El médico”, lanzada el 2013 y fue un éxito de taquilla, yo la pude ver en Netflix hace unos años porque me atrajo el título pero conforme la iba viendo me atrapó mucho la trama.

El principal objetivo del protagonista, un joven huérfano, era poder convertirse en un gran doctor y para hacerlo tenía que asistir a la mejor escuela de esa época y en la cual AVICENA era el maestro principal, el hombre que le daba el prestigio a la medicina de esa época. Fue así que me dio curiosidad saber más detalles de este ilustre médico.

Avicena fue un gran personaje en la historia de la medicina, se le conocía como “el primero de los sabios”, “el más grande de los médicos”, “el Maestro por excelencia”, o el tercer Maestro después de Aristóteles y Al-Farabi, todos eruditos o polímatas, es decir individuos que poseían conocimientos en diversos campos, arte, ciencia o humanidades.

  • Avicena fue médico, filósofo, científico y autor de importantes textos. Escribió más de 450 libros! en árabe y persa, en su mayoría sobre medicina y filosofía. Su obra maestra fue el Canon de Medicina o canon de Avicena, 5 volumenes que resumían el conocimiento médico y farmacológico de su época.

Cuenta su biografía que era un niño con una inteligencia privilegiada, a los 10 años se sabía el Corán de memoria, a los 16 años sus conocimientos de medicina eran tan amplios que se le encomendó cuidar de la salud de gobernantes persas, lo que le dio acceso a la vasta biblioteca real y pudo enriquecer su mente con textos de filosofía, lógica, física, matemáticas, astronomía, música, medicina, entre otras ciencias.

Esta miniatura del siglo XV ilustra una anécdota en su vida, se dice que había un joven noble muy enfermo y a quien nadie había podido dar cura, así que llamaron a Avicena quien luego de examinarlo pidió que los dejaran solos.

Tomándole el pulso le preguntó sobre sus deseos para el futuro a lo que el joven respondió que solo quería morirse, Avicena insistió preguntando si acaso se había enamorado y notó que su pulso se aceleraba mientras respondía que no.

“¿Por qué me lo niega cuando todo su cuerpo grita que la respuesta es sí? ¿Cuál es el nombre de la joven?”-preguntó Avicena. El muchacho terminó diciéndole el nombre de su amada, luego de lo cual el médico informó a la familia que solo existía una cura posible: el matrimonio. Así luego de las nupcias y bajo el cuidado de su esposa el paciente estaba totalmente recuperado.

Esta anécdota es un claro ejemplo de la relación médico-paciente, que va más allá de la dolencia física y busca conservar la salud de un ser humano que siente, piensa y se emociona.

Debemos recordar que si Avicena fue tan frecuentemente “el primero y el mejor” en muchos campos (medicina, filosofía, poesía, música, pedagogía o sociología), es porque dedicó toda su vida y su trabajo a perseguir un objetivo: hacer que los hombres sean mejores y más felices.

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